Skip to Content

10 frases del método Montessori que frenarán el mal comportamiento de tu hijo

10 frases del método Montessori que frenarán el mal comportamiento de tu hijo

No hay nada peor para los padres que ver a alguien maltratar a su hijo. Ya sea otro niño en el colegio o en el patio, o un adulto demasiado agresivo.

Pero hay otra verdad. Los padres también descubren tarde o temprano que su hijo no es un angelito. Justo cuando pensaban que habían invertido lo suficiente en la educación de su vástago para hacer de él una buena persona, una situación de algún tipo puede revelar el alcance de su error.

Por ejemplo, ven a su hijo pegar a un compañero de clase o le pillan mintiendo o robando.

En resumen, ¡su ángel se convierte en demonio! ¿Por qué? Y, sobre todo, ¿cómo deben reaccionar?

Cuando una situación se agrava, todo el mundo reacciona de forma exagerada. Ya sea por vergüenza o porque saben que el niño sabe y puede hacerlo mejor, se dejan llevar.

En tales situaciones, el padre suele reaccionar con violencia. Sin embargo, responder agresivamente a la agresión no ayuda a mejorar la situación. Ni la calma ni la resuelve.

Lo primero que hay que saber es que el comportamiento agresivo de los niños es completamente normal; es una respuesta a un sentimiento fuerte.

El niño no es agresivo porque piense que ese comportamiento es aceptable. Y la reacción de los padres en esta situación es crucial.

El objetivo es ayudar al niño a comprender sus sentimientos y por qué ha reaccionado así, y después ayudarle a desarrollar otros mecanismos de afrontamiento.

1. ¿Qué te parece si hoy te quedas en casa?

El principio “más vale prevenir que curar” puede aplicarse al comportamiento nocivo de los niños. Por supuesto, no puedes controlar la actitud de tu hijo, pero puedes observar y vigilar sus acciones.

Así te resultará más fácil escuchar sus necesidades. Al cabo de un tiempo, descubrirás qué desencadena la ira de tu hijo y podrás actuar a tiempo.

Por ejemplo, el método Montessori sugiere llevar un diario de los periodos sensibles, los estímulos, las agresiones y los posibles desencadenantes de tu hijo.

Tras el análisis, podrás anticiparte al escenario.

2. No puedo dejarle hacer eso.

Si tu hijo está pasando por una fase agresiva e intenta expresar su enfado y agresividad físicamente, intenta estar con él cuando esté con otros niños.

Si observas un comportamiento agresivo, detenlo y dile “no puedo dejar que empujes a los otros niños” o una frase que se adapte a la situación.

La clave del éxito es ser coherente pero no enfadarse. Tu objetivo es limitar con calma el comportamiento indeseable del niño.

Si reaccionas con violencia, le estás enseñando a tu hijo que ésa es exactamente la reacción que debe tener. Entonces reaccionará de forma violenta.

3. Pareces enfadado…

Poner nombre a los sentimientos siempre es bueno. Los niños pequeños suelen reaccionar de forma agresiva porque no son capaces de expresar y decir claramente lo que les molesta y cómo se sienten.

Si no estás seguro de cómo se siente tu hijo, puedes utilizar expresiones fáciles de entender. Por ejemplo: “Me enfadaría si alguien me quitara mi naranja”.

Si tu hijo es mayor, puedes pedirle abiertamente que te explique cómo se siente.

Habla de tus sentimientos de vez en cuando. Aprovecha los momentos de tranquilidad para comentar con tu hijo los sentimientos que te evoca una determinada situación.

4. Quiero hablarte de lo que ha pasado…

Aunque es muy importante poner límites para frenar los comportamientos inaceptables, también lo es hablar de ellos.

El mejor momento para hablar es cuando todos estén tranquilos y descansados. Puedes empezar la conversación recordándole al niño el contexto de la situación en cuestión.

“He visto que Paul te ha quitado la pala. Sé que no te ha gustado, pero eso no significa que tengas derecho a morderle por ello”.

Dependiendo de la edad del niño, puedes construir una conversación en torno a su nivel de comprensión. Ofréceles comportamientos alternativos enseñándoles a decir: “No puedes cogerlo porque estoy jugando con él”.

5. Quédate cerca de mí.

Si tu hijo ha mostrado un comportamiento agresivo en el pasado y ya puedes predecir lo que le provocará un determinado escenario, pídele que juegue cerca de ti.

Puede que incluso tengas que cogerle de la mano hasta que la situación se aclare por completo. Mantén la calma, observa la situación y escucha a tu hijo.

Una vez que se haya calmado, sugiérele un juego que sepas que es el más seguro. Dale otra oportunidad de jugar tranquilamente antes de volver a casa. Permanezca cerca para evitar estallidos innecesarios de comportamiento no deseado.

6. ¿Cómo te sentirías tú? Me sentiría…

Además de hablar de tus sentimientos con el niño, incluye tu punto de vista sobre la situación. Habla de cómo te sentirías si te ocurriera algo parecido.

Intenta ser lo más objetivo posible, sin condenar a ninguna de las partes. Haz que tu historia sea comprensible para un niño, pero también instructiva.

Si el niño no puede seguirte, explícale con detalle cómo te sentirías tú. Puedes decir que te sentirías triste o dolido.

La empatía se desarrolla con el tiempo y puede aprenderse. Como padre, usted es uno de los guías para el correcto desarrollo de la compasión.

7. ¿Qué tal un descanso?

Cuando notes que tu hijo está nervioso o alterado, busca un lugar tranquilo donde podáis tomaros un descanso juntos y dedica tiempo a calmar sus arrebatos.

Respira hondo o canta una canción que sepas que es tranquilizadora o positiva. Y una vez que el niño se haya calmado, podéis hablar de lo sucedido.

Practica la respiración profunda con tu hijo y enséñale que es un método que puede utilizar en el futuro para calmarse y regular su comportamiento.

8. Vamos a encontrar algo que puedas morder.

Los niños pequeños pegan o muerden cuando no pueden controlar sus emociones. Si tu hijo se comporta de forma agresiva cuando no está enfadado o triste, busca otra forma de enseñarle a gestionar sus emociones fuertes.

Ofrécele una distracción o enséñale que puede, por ejemplo, golpear una almohada cuando sienta la necesidad de expresar sus emociones físicamente.

9. A otro niño: “¿Estás bien? ¿Cómo podemos ayudarte?

Si no puedes detener las consecuencias del comportamiento no deseado y tu hijo ya ha pegado o mordido a otro niño, céntrate siempre primero en el niño que es la “víctima” de la situación.

No hace falta que seas dramático, pero siempre debes ser un ejemplo de cómo tratar a otro niño. Demostrar el comportamiento es más eficaz que contar historias.

Un niño que ha causado dolor a otro puede ayudarle ofreciéndole un vaso de agua o un abrazo. Enseñe a su hijo a ser comprensivo con los demás.

10. Es hora de volver a casa.

Si estás en un parque (al aire libre o en casa de alguien) cuando notes que a tu hijo está a punto de invadirle una ira incontrolable, detén el juego y llévatelo a casa.

Seguro que el niño se enfadará, pero es mejor que esté en casa en ese momento. Después, ve al parque al día siguiente. Además, puedes decirle al niño de forma agradable que es hora de volver a casa para que no se lo tome como un castigo.

Recuerda: el comportamiento agresivo no es algo que marque a un niño como “malo”.

Un niño agresivo te necesita. Necesita atención, cariño y tu ayuda. Pon límites, sé coherente y muéstrate comprensivo.

¿Cómo dar un masaje sensual para reavivar la llama?
← Previous
Las 10 señales de una fuerte química entre dos personas
Next →
Comments are closed.