La relación entre el miedo al compromiso, los trastornos psicológicos, la ansiedad, la depresión y la infancia existe desde hace tiempo.
Sin embargo, aunque sabemos que muchos de nuestros problemas tienen su origen en la infancia, seguimos hablando poco de la relación entre padres e hijos.
Decimos cosas como: “Son mis padres, lo han hecho todo por mí, debería estarles agradecido”. No solemos hablar de los sentimientos negativos que tenemos hacia nuestros padres.
Sin embargo, algunas cosas que han hecho pueden provocar mucha ansiedad, incluso durante la infancia.
Y una vez que son adultos, estas personas no están cerca de sus padres. ¿Se les puede culpar? La verdad es que no. De hecho, no hay por qué avergonzarse de no tener la mejor relación con tus padres.
Cuando creces en un ambiente tóxico, es perfectamente normal querer distanciarte cuando tienes la impresión de que tus padres no te están haciendo ningún bien.
De hecho, voy a darte algunos ejemplos de comportamientos que pueden provocar una ruptura en la relación padre-hijo.
1. Narcisismo
Los padres narcisistas desempeñan un papel más importante en la vida de sus hijos. Prestan mucha atención a cómo estudian sus hijos, qué cursos hacen y qué consiguen.
Estas madres y padres alimentan su propio ego con los éxitos de sus hijos. Pero, al mismo tiempo, no ven una personalidad única y autónoma.
El más mínimo error, la más mínima mala nota o el fracaso en una competición deportiva son motivo de discusión. Los niños se sienten presionados y piensan que no son lo bastante buenos.
Cuando estos niños crecen, intentan poner la mayor distancia posible entre ellos y sus allegados para no repetir esta presión.
2. Manipulación
Los padres manipuladores son increíblemente buenos a la hora de hacer que sus hijos se sientan culpables por no haber conseguido sus objetivos. A menudo dicen algo como: “Si no hubieras estado ahí, mi vida habría sido muy diferente”.
Estas palabras son muy dolorosas de oír. Para combatir el sentimiento de culpa, hay que poner límites y no dejarse manipular. No depende del niño decidir nacer.
3. Control absoluto
Los padres obsesionados con el poder creen que tienen derecho a saber qué profesión deben elegir sus hijos, con quién deben salir y casarse y qué trabajo deben conseguir.
Y no les importa que sus hijos ya no sean bebés o que sean adultos que pueden tomar sus propias decisiones. El control es irracional.
Y el argumento de los padres es: “Porque lo digo yo”. Los niños que permanecen bajo el control de sus padres tienen muchos problemas más adelante.
No sólo tienen esa rabia en el alma, sino que aprenden a adaptarse a los deseos de los demás, creyendo que las necesidades ajenas son más importantes que las propias.
4. Negligencia emocional
Las madres y padres emocionalmente negligentes no rechazan completamente a sus hijos, pero no les prestan mucha atención.
Cuando estos padres se hacen mayores, se dan cuenta de que, por una razón u otra, sus hijos no les muestran suficiente amor, atención y respeto. Pero eso no es sorprendente.
5. Falta de empatía
“¿Por qué lloras como un bebé?”
“¡Mira! Todo el mundo te mira y se ríe de ti”.
“No eres guapa cuando lloras, ¡para ya!
Muchos padres están convencidos de que avergonzar a sus hijos por llorar es la única manera de que dejen de hacerlo.
Pero lo único que se consigue con esta reacción es que los niños se vuelvan reservados y tímidos. Llorar cuando te hacen daño es normal. Los niños necesitan ser capaces de enfrentarse a las emociones desagradables.
6. Decir a los niños que son desagradecidos
Los padres mayores suelen recurrir a una manipulación muy popular: “¡Lo hemos hecho todo por vosotros y ahora sois unos desagradecidos!
Saben que tienen mucho poder sobre sus hijos e intentan conservarlo, incluso después de que éstos empiecen a vivir separados.
Las madres y los padres pueden presionar, chantajear e incluso obligar a sus hijos a elegir entre ellos y otros seres queridos.
En estas situaciones, cualquier elección se siente como una traición. La decisión más sabia sería no caer presa de tal manipulación, sino aprender a luchar por tus propios derechos, permaneciendo agradecido por todo lo que tus padres han hecho por ti.
7. Demasiadas críticas
Algunos padres empiezan a criticar a sus hijos cada vez que se sienten enfadados, decepcionados o simplemente cansados. Esto les ayuda a expresar sus emociones negativas y a ocultar su propia vulnerabilidad.
En todo lo que hacen y dicen sus hijos, estos padres y madres siempre encuentran algo ofensivo o negativo. Con el paso de los años, este comportamiento parental no desaparece e incluso puede empeorar, ya que los hijos crecen y ya no quieren hacer nada bueno por sus seres queridos.
8. Burlas
Cuando los padres se burlan de los intereses de sus hijos, éstos se sienten avergonzados y esto puede durar toda la vida.
Para protegerse de ello, los hijos pueden empezar a hacer lo mismo como respuesta: burlarse de los gustos de sus seres queridos y no dar suficiente importancia a sus sentimientos y logros.
9. Traición
Confiar un secreto a un adulto es un gran paso para un niño. Es a la vez una prueba de autoridad y una forma de mantener la amistad.
Pero si un padre se ríe o se enfada en lugar de guardar el secreto, y luego se lo cuenta también a los demás, la confianza en esa familia se perderá para siempre. Muy a menudo, esto hace que los niños no quieran hablar con sus padres de nada.
10. Diferencie entre sus hijos
Se trata de una situación muy común en una familia en la que uno de los hijos es más querido. Por ejemplo, se espera que el hijo mayor cumpla las obligaciones de un padre y se le reprende por cualquier nimiedad, mientras que el pequeño se sale con la suya.
Y puede que el mayor tenga que dar ejemplo al pequeño. Si los padres no se dan cuenta de este problema, el conflicto entre hermanos se vuelve muy grave.
11. La búsqueda de la perfección
“¿Qué va a decir la gente?”
“Todo el mundo me conoce en este pueblo. ¿Cómo voy a mirarles?”.
Eso es lo que dice la gente realmente egoísta, que se preocupa más por la aprobación que por cómo se sienten sus hijos. Quieren ser tan perfectos que no tienen tiempo para nada más.
¿Crees que la gente quiere tener una buena relación con unos padres que no les aceptan? La respuesta es obvia.
12. Prestar demasiada atención a las apariencias
Algunos padres piensan que si sus hijos están bien alimentados y bien vestidos, son unos padres excelentes. Indisponibles y fríos, pueden estar presentes en la vida de sus hijos físicamente, pero no emocionalmente.
A medida que crecen, los hijos sienten que tienen un deber hacia sus padres: ayudarles económicamente, buscarles un médico, etc. Pero estos padres no deben dar a sus hijos por sentado. Pero estos padres no deben esperar calor y atención de sus hijos.