Los niños aprenden lo que sienten a través de la interacción con sus padres, de sus gestos, de sus palabras… Aprenden a calmarse cuando están estresados o incómodos, a gestionar sus sentimientos, a definirlos…
Cuando las necesidades afectivas de un niño no están bien cubiertas, éste desarrolla su personalidad de una manera determinada. Esta carencia acompaña al niño a lo largo de toda su vida y moldea su vida.
Su forma de relacionarse con la gente, de experimentarse a sí mismo…
Si de niño te faltó el amor de tus padres, desarrollaste los diez rasgos de personalidad siguientes:
1. Relaciones inseguras con los demás
Los padres estables y cariñosos educan a sus hijos con un sentimiento de comprensión y apoyo. Les enseñan que las relaciones son estables y afectuosas. Que el mundo es un lugar de oportunidades por explorar, que las personas se cuidan unas a otras.
Los padres emocionalmente poco fiables transmiten la imagen de que las relaciones son precarias y de que nada está garantizado en la vida. Los niños con padres así se convierten en personas ansiosas y hambrientas de amor y conexión.
Los hijos de padres reacios o beligerantes construyen una especie de coraza a su alrededor y se convierten en personas que intentan ser lo más independientes posible. Personas que hacen todo lo posible por evitar el apego.
Por un lado, quieren intimidad y, por otro, la temen, porque temen ser rechazados y heridos. Esto afecta negativamente a todas las formas de relación a lo largo de la vida, desde el amor hasta la amistad.
2. Inteligencia emocional subdesarrollada
Los niños aprenden cómo se sienten interactuando con sus padres, por sus gestos, sus palabras… Aprenden a calmarse cuando están estresados o incómodos. Los padres enseñan a los niños a expresar sus sentimientos, a ponerles nombre, a gestionarlos, a afrontar los miedos y las emociones negativas.
Crecer en un entorno insano e inseguro significa que los niños son incapaces de regular adecuadamente sus emociones. O bien se sienten abrumados por ellas, o bien han construido un muro a su alrededor.
Ambos estilos reflejan inseguridad y obstaculizan la definición de los sentimientos y el desarrollo de la inteligencia emocional.
Muchos expertos creen que la inteligencia emocional es mucho más importante que el cociente intelectual o la pericia en un campo. Quienes poseen este don son capaces de gestionar su vida con inteligencia.
Por ejemplo, en función de las reacciones mezquinas de los demás, pueden predecir lo que va a ocurrir o actuar muy sutilmente sobre alguien para guiarle por el camino que quieren que siga toda la historia.
3. Sentido del yo perturbado
Desde que nacen, cuando los niños empiezan a reconocer las formas que les rodean, reconocen las caras de sus padres. Más concretamente, las expresiones de sus rostros. Una expresión amable indica al niño que es aceptado.
Como si dijera: “Tú eres tú y yo te quiero tal como eres”.
Las caras de los padres que muestran falta de amor y atención en realidad le están diciendo al niño que tiene defectos. Evitar, ignorar y descuidar a un niño hace que éste se sienta menos valioso.
Los padres que critican constantemente a sus hijos les crean la sensación de que nunca serán lo bastante buenos. Todo esto se refleja más tarde en la vida adulta y en la aparición de una imagen distorsionada de uno mismo, de sus valores y de sus capacidades.
4. Falta de confianza
Para poder confiar en los demás, hay que creer que el mundo es fundamentalmente un lugar seguro. Y que las personas que lo habitan son en su mayoría bienintencionadas, aunque imperfectas.
Con padres emocionalmente poco fiables, o excesivamente críticos o beligerantes, los niños ven las relaciones interpersonales como inestables y peligrosas.
Las personas que les rodean se vuelven cada vez menos fiables. Como resultado, son incapaces de confiar en ellas, especialmente en relaciones estrechas como las amorosas o de amistad.
5. Problemas de restricción
Los padres que tienen una relación sana, llena de comprensión y amor hacia sus hijos, les enseñan con su ejemplo que es normal tener un espacio personal en las relaciones íntimas. Por ejemplo, no entran en el espacio de su hijo sin respeto ni, digamos, le obligan a relacionarse cuando no está de humor.
Los hijos de padres intrusivos o poco fiables empiezan a comportarse de forma superficial para que su independencia nunca se vea comprometida. No entienden la importancia del espacio personal y lo sano y necesario que es para cada individuo.
Y esto, más adelante en la vida, conduce a problemas en las relaciones con los demás.
Por ejemplo, este niño no puede entender que el espacio personal es algo que todo el mundo necesita a veces. De hecho, lo percibe como un rechazo. Piensa que la interacción demuestra amor.
Y cuando no hay interacción, significa que tampoco hay amor, lo que por supuesto no es cierto.
6. Elegir parejas y amigos tóxicos
Todas las personas buscan inconscientemente lo que conocen. Por ejemplo, si alguien ha tenido padres afectuosos, buscará parejas o amigos así, y viceversa. Las personas que han crecido en un ambiente malsano elegirán inconscientemente parejas y amigos que creen esa atmósfera.
Cuando deberían evitar a esas personas, se rodean de toxicidad.
Cuando un hombre o una mujer se da cuenta de cómo le hirieron de niño, no puede romper el patrón de apego a las personas equivocadas. Pero una vez que él/ella se da cuenta de esto, el camino hacia las relaciones sanas está a la vista.
7. El miedo al fracaso es dominante
Las personas que han crecido con padres con relaciones poco sanas pueden experimentar más tarde el éxito o el fracaso como definición de su valía. Esto puede tener un efecto significativo en su autoestima. Por lo tanto, tienen mucho miedo al fracaso o al rechazo.
Están muy motivados para evitar el fracaso a toda costa, a menudo en su propio detrimento.
8. Sentimiento de aislamiento
Un niño rodeado de padres que no le dan suficiente amor y atención puede pensar que eso sólo les ocurre a ellos, mientras que en otras familias todo es perfecto: los padres son cariñosos y están llenos de amor.
Crecer en un ambiente así forma a una persona que, más adelante en la vida, se siente aislada y temerosa. Los niños de familias con relaciones problemáticas son más propensos a aislarse de los demás debido a un profundo sentimiento de vergüenza.
Es posible que se callen y se guarden para sí todo lo que les molesta. Por otro lado, desearán más que nada pertenecer a un grupo, sentirse conectados a alguien.
9. Sensibilidad extrema
El miedo al rechazo suele dominar el mundo interior de los niños que no han sentido el amor y la atención de sus padres. Cultiva en su interior para imponerles un sentimiento de inutilidad: no merecen ser queridos.
Los malos padres saben decir a los niños que son demasiado sensibles cuando reaccionan violentamente a sus abusos verbales.
10. Conflicto
La necesidad constante de amor y apoyo, y la incapacidad de obtenerlo, provoca una especie de ira en el niño, que puede desembocar en un comportamiento problemático. Las relaciones insanas con los padres en los niños, y más tarde en los adultos, provocan confusión, inseguridad y muchos trastornos internos.