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Apego desorganizado: síntomas y consecuencias de este trastorno

Apego desorganizado: síntomas y consecuencias de este trastorno

¿Presenta síntomas de apego desorganizado?

¿O lo sufre su hijo?

El apego es el vínculo emocional entre padres e hijos.

Se desarrolla principalmente a partir de una búsqueda de seguridad y bienestar.

En algunos casos, sin embargo, el progenitor no sólo representa un refugio seguro, sino también una fuente de peligro para el niño.

Así es como se desarrollan los trastornos del apego.

Para John Bowlby, el apego sano de un niño a alguien significa que desea estar cerca de esa persona y en contacto con ella.

Este deseo aumenta en determinadas situaciones, sobre todo cuando el niño está ansioso, cansado o enfermo.

Si vamos un paso más allá, nos damos cuenta de que necesitamos todo tipo de vínculos.

Sin embargo, estas relaciones de apego cambian constantemente o se adaptan a nuevas funciones.

El apego es un instinto que dura toda la vida y que consiste en la necesidad de ser escuchado, oído, comprendido y apoyado por una o varias personas consideradas cercanas.

John Bowlby

¿Qué es el trastorno de apego?

Un aspecto de nuestro comportamiento relacional es nuestro estilo de apego, que, según los investigadores del apego, depende en gran medida de cómo fueron nuestras primeras experiencias relacionales.

Y éstas suelen ser con mamá y papá.

Según la opinión unánime de los expertos, nuestras experiencias en la primera infancia son formativas para nuestro estilo de apego, con el que también entablamos y conformamos las relaciones en la vida adulta.

La teoría del apego se remonta al psiquiatra infantil inglés John Bowlby.

A mediados del siglo XX, concluyó a partir de sus observaciones que los niños desarrollan una especie de estrategia relacional en los primeros años, cuando dependen excesivamente del apego a sus cuidadores más importantes.

En consecuencia, los niños harán todo lo que esté en su mano para satisfacer al máximo sus necesidades de apego.

Si los padres responden de forma rápida, fiable y adecuada a las necesidades del niño, éste desarrolla un apego seguro.

Esto ocurre, por ejemplo, consolándoles en un breve espacio de tiempo cuando lloran, cuando reflejan a su hijo, le consuelan, le abrazan y le regulan.

Según la teoría del apego, el apego inseguro puede producirse si los padres se comportan con indiferencia, no responden suficientemente al niño o simplemente no están presentes.

Pero aunque los padres sobreprotejan a sus hijos para que no puedan desarrollarse de forma independiente, las experiencias de apego inseguro pueden dejar huella.

Por supuesto, la pérdida de los padres (figuras de apego) es formativa.

¿Cómo se desarrolla el trastorno de apego?

Un trastorno del apego es el resultado de un shock traumático.

Por ejemplo, cuando los niños sufren abusos, negligencia o malos tratos.

Las necesidades primarias de los niños no están cubiertas.

La pérdida continuada de relaciones importantes, las rupturas constantes o las enfermedades mentales o físicas graves de los padres pueden hacer que éstos sean incapaces de cuidar adecuadamente del niño.

Esto puede dar lugar a trastornos del apego.

Los trastornos del apego suelen ser precursores de trastornos de la personalidad como el trastorno límite de la personalidad y el trastorno narcisista de la personalidad, así como de trastornos disociativos y personalidades múltiples.

Los trastornos del apego pueden diagnosticarse hasta los 15 años inclusive si los síntomas ya se han desarrollado en los cinco primeros años de vida.

Para ello se realiza una anamnesis.

Los trastornos de la personalidad se diagnostican a partir de los 16 años.

Apego desorganizado: ¿cómo reconocerlo?

La vida se organiza como una serie de atrevidas aventuras desde una base segura.

John Bowlby

El tipo de apego desorganizado se caracteriza porque estos niños muestran un comportamiento extraño cuando se separan de su cuidador y también cuando se reúnen con él.

Se dice que no tienen ninguna estrategia para hacer frente a esas situaciones, lo que significa que, por ejemplo, siempre hacen los mismos movimientos y no muestran prácticamente ningún sentimiento.

Se sienten impotentes y abrumados, y perciben la situación como una pérdida de control.

Este tipo de apego se da en niños que han tenido experiencias contradictorias con el cuidador.

Por un lado, el cuidador les hace sentir seguros, pero por otro, también es una fuente de miedo para el niño.

Como resultado, el niño no sabe cómo comportarse.

Esto ocurriría, por ejemplo, si el cuidador sufriera malos tratos.

Los niveles de cortisol en estos niños no sólo aumentan mucho después de la situación, sino de forma permanente.

En los niños mayores, el comportamiento de apego varía con la edad.

Según la psicología, una persona desorganizada presenta los siguientes síntomas:

  • Trastorno reactivo
  • Trastorno del compromiso social
  • Comportamiento incoherente hacia los padres
  • Movimientos repetidos y espasmódicos
  • Agresividad

¿Por qué son agresivos los niños con apego desorganizado?

El apego tipo D o desorganizado se asocia a una infancia difícil.

Puede consistir en diversas formas de violencia física o psicológica contra los niños en el seno de la familia.

Las víctimas de este tipo de violencia pueden tener dificultades para entrar en contacto con otras personas debido a su ignorancia o a la falta de ejemplos positivos.

Es muy probable que la ira que acompaña a estos niños a una edad temprana se convierta en parte de su personalidad.

Este bagaje emocional negativo les impide controlar su comportamiento y regular sus emociones.

Esto, a su vez, aumenta el riesgo de que ellos mismos acaben recurriendo a la violencia.

Los castigos desproporcionados y los malos tratos son mensajes muy nocivos, profundamente interiorizados por las víctimas, que proceden del progenitor.

Esto afecta negativamente a aspectos críticos de su desarrollo.

No sólo perjudica a la infancia, sino también al futuro desarrollo social, emocional y cognitivo del niño actual.

¿Cuáles son las consecuencias de un apego desorganizado?

El apego desorganizado oculta una psicología profundamente desordenada.

Los síntomas del trastorno del apego tienen consecuencias a largo plazo.

1. Autopercepción distorsionada y baja autoestima

Un niño con apego desorganizado puede tener una mala imagen de sí mismo y una baja autoestima.

Incluso puede creer que él mismo es la causa de la falta de atención de sus padres.

Esto les hace sentirse inútiles, incompetentes o incluso peligrosos.

Como consecuencia, empiezan a ver el mundo como un lugar incierto y caótico.

Aunque se perciben las reglas y normas, están más allá de la comprensión del niño y éste es incapaz de actuar adecuadamente.

Los niños maltratados suelen tener sentimientos de inferioridad, que se manifiestan en un comportamiento tímido o temeroso.

Al mismo tiempo, pueden volverse hiperactivos y tratar de atraer la atención de quienes les rodean en un intento desesperado de encontrar en otros lugares el apoyo del que carecen en casa.

2. El apego desorganizado causa muchos problemas de comportamiento

Los patrones de apego inseguro, en particular los desorganizados, se asocian con mayor frecuencia a comportamientos antisociales y problemas de conducta.

Los niños afectados suelen reproducir el patrón de relaciones que han experimentado en casa con sus compañeros y cuidadores/profesores en las escuelas.

Se sienten confusos y tienen miedo de estar cerca de sus padres.

Al fin y al cabo, no saben cómo ni cuándo van a satisfacer sus necesidades.

Es más, no confían en el contacto físico, sobre todo de los adultos.

La principal razón de su comportamiento desorganizado es que no pueden encontrar soluciones a sus problemas.

No pueden desvincularse ni conectar con sus cuidadores primarios.

De hecho, se denomina “apego desorganizado” precisamente porque no se establece un patrón claro para sus respuestas emocionales, ni internas ni externas.

3. La ansiedad y la depresión son consecuencias directas del apego desorganizado.

La tristeza, la indiferencia y la ira son los sentimientos más comunes en los rostros de estos niños.

La falta de motivación, el estado de ánimo depresivo y los comportamientos autodestructivos también pueden estar presentes en los casos más graves.

Otros síntomas como la ansiedad y el estrés postraumático son la consecuencia natural de vivir en un contexto esencial para ellos, pero que no pueden controlar.

Por otra parte, estos niños parecen menos capaces de afrontar el estrés que acompaña a la separación de sus cuidadores principales.

La razón de esta limitación radica en su falta de estrategias coherentes para regular las emociones negativas.

4. Problemas de atención y concentración

Gracias a numerosos estudios, sabemos que los niños con TDAH tienen un déficit significativo en habilidades de autorregulación (control de impulsos, capacidad de calmarse, regulación del apego, resistencia, inhibición, etc.).

Las relaciones tempranas entre los niños y sus cuidadores principales constituyen la base para la adquisición de estas habilidades.

Por consiguiente, los niños con un tipo de apego desorganizado son más propensos a desarrollar este tipo de problemas.

Suelen cometer errores de razonamiento o narrativos cuando hablan de la pérdida de seres queridos o de abusos.

Las experiencias altamente traumáticas tienen el potencial de crear una discontinuidad en el cerebro, como si los dos hemisferios cerebrales estuvieran desconectados.

Se interrumpe la conexión entre el hemisferio izquierdo, el lado más cognitivo, y el hemisferio derecho, el lado emocional.

5. Cambios en el sistema nervioso

A veces, estos niños no interactúan con sus compañeros o cuidadores.

Al carecer de las habilidades y el apoyo necesarios, no saben cómo reaccionar ante los demás en determinadas situaciones.

De hecho, a menudo realizan movimientos incompletos o desorientados sin una dirección o propósito claros.

Parecen congelarse.

O simplemente señalan, expresando el deseo de alejarse de la situación.

Incluso en presencia de sus padres.

Su comportamiento puede cambiar repentina y rápidamente, pasando de la pasividad al nerviosismo.

Por ejemplo, cuando un adulto se acerca a otros niños, especialmente cuando éstos lloran, los niños afectados reaccionan de forma exagerada.

Incapaces de evaluar correctamente el comportamiento de su cuidador, se apoderan de toda la información disponible.

El apego desorganizado causa graves daños permanentes

La falta de atención y los abusos físicos o sexuales suelen provocar un apego desorganizado.

Todas estas cosas que pasan en sus vidas dan lugar a adultos ansiosos, tímidos y retraídos.

Estas personas se dan cuenta de que las formas que han desarrollado para establecer y mantener relaciones sólo les traerán más dolor.

Pero, al mismo tiempo, son incapaces de cambiarlas.

Al no encontrar oportunidades para analizar los estados mentales y las expresiones de los demás durante la infancia, sus patrones de apego se vuelven caóticos.

Aunque lleguen a ser conscientes de ello, probablemente aún no sean capaces de integrar su propia identidad en su representación mental.

Es un error pensar que los niños pequeños no entenderán lo que ocurre a su alrededor o que no recordarán ciertos momentos más adelante, en la edad adulta.

Es esta idea errónea la que a menudo conduce al apego desorganizado.

Lo cierto es que todo lo que ocurre en su educación puede afectarles en el futuro.

En este sentido, como padres u otros cuidadores (figuras de apego), tenemos el deber, incluso cuando no lo sentimos así, de ser cariñosos y comprensivos.

 

Tenemos que proporcionar seguridad, protección y apoyo a los niños si queremos tener vínculos fuertes con ellos.

Este patrón de apego se da en el 5-10% de todos los niños y debe considerarse como el inicio de la psicopatología.

Los niños muestran conductas de no apego marcadamente desorganizadas, como movimientos estereotipados, o conductas incoherentes, como deseo y rechazo simultáneos de intimidad.

Pueden correr hacia la madre y detenerse a mitad de camino.

O sus movimientos pueden congelarse a mitad de camino.

El sistema de apego del niño se activa en este caso, pero no se expresa en un comportamiento claro y coherente.

Estos comportamientos infantiles con patrones de apego desorganizados son sintomáticamente similares al trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Además de los factores de riesgo enumerados a continuación, existe una asociación estadísticamente significativa entre el comportamiento desorganizado y la prematuridad.

Los niños (¡hasta el 80%!) suelen mostrar un comportamiento desorganizado como consecuencia del abandono y el maltrato.

La mayoría de los cuidadores son padres traumatizados que sufren experiencias no tratadas, como lesiones mentales y físicas o pérdidas frecuentes o repentinas y tempranas de sus propias figuras de apego.

Debido a su propia falta de resistencia al estrés, hacen saltar constantemente las alarmas en sus hijos, que son incapaces de calmar.

También en este caso suele producirse una fuerte parentificación y las madres permiten que sus hijos tomen el control de las relaciones en un grado excesivo.

Apego desorganizado: ¿qué significa para las relaciones adultas?

El amor es una sorpresa que nos arranca de lo insípido, el apego es un vínculo que se forja cada día.

Boris Cyrulnik

En la edad adulta, los tipos de apego desorganizado tienen dificultades para regular sus propias emociones.

Suelen tener dificultades para establecer relaciones de confianza y estables, por lo que pueden alienar a sus parejas o amigos mediante comportamientos conflictivos y confusos.

Mientras luchan por mantener relaciones de apego seguras y sanas, ven el mundo como un lugar peligroso y, en consecuencia, suelen mirar a los demás con recelo.

Las dificultades vinculares de los tipos desorganizados suelen ir tan lejos que sólo pueden resolverse en terapia.

Para los adultos con este estilo de apego, la pareja y la propia relación son fuente tanto de deseo como de miedo.

Las personas ansiosas y evitativas desean intimidad y cercanía, pero al mismo tiempo les resulta difícil confiar en los demás.

Controlan mal sus emociones y su sistema nervioso.

Evitan los vínculos afectivos fuertes por miedo a que les hagan daño.

El apego desorganizado es especialmente frecuente en los hombres.

¿Qué tipos de apego se complementan?

A veces tengo la impresión de que alguien reúne por arte de magia a personas a las que les cuesta encontrarse.

Por otro lado, por supuesto, también hay un gran potencial de desarrollo.

Las personas acostumbradas a luchar por el amor suelen sentirse atraídas por personas que no invierten mucho en la relación.

La proximidad y el miedo a la pérdida suelen provocar retraimiento y evitación.

Paradójicamente, esto hace que estas relaciones sean muy excitantes.

Por el contrario, las relaciones de quienes están firmemente apegados tienden a ser tranquilas.

Estas personas no necesitan demasiado drama y se reúnen con bastante frecuencia.

Los estilos de apego son un modelo de ciencia.

Son rígidos.

Pero tú y yo somos procesos vivos.

No somos esclavos de nuestras huellas, a menos que elijamos serlo.

Tenemos la capacidad de crear, de aprender nuevos comportamientos, de tener nuevas experiencias.

Y, por supuesto, las características de los estilos de apego pueden diferir mucho, pueden ser más o menos pronunciadas.

Como seres humanos, evolucionamos a lo largo de nuestra vida y podemos romper patrones y comportamientos arraigados si decidimos hacerlo.

Para ello, sin embargo, primero debemos verlos en nosotros mismos, comprenderlos y reconocerlos en nuestras acciones, y sólo podremos hacerlo si aprendemos a comprendernos a nosotros mismos y a nuestra historia.

La conexión se puede cambiar y las habilidades de conexión se pueden aprender.

Por ejemplo, tratando estos temas, enfrentándote honestamente a ti mismo y a tu comportamiento relacional, buscando consejo o coaching, leyendo libros o escuchando podcasts.

No nacemos con licencia relacional.

Aprendemos por ensayo y error.

Por supuesto, como adultos, ya no podemos cambiar lo que vivimos de niños y tenemos que aceptar lo que nos formó y cómo.

Pero nunca es demasiado tarde para romper con los patrones aprendidos.

¿Cuál es tu estilo de apego?

Para averiguarlo, tendrás que hacer un pequeño análisis.

Lo mejor que puedes hacer es analizar con calma tus relaciones y ver qué problemas típicos has notado.

¿Qué ha ocurrido repetidamente, qué te ha herido a menudo, ante qué reaccionas con especial intensidad?

¿De qué se quejan más a menudo tus compañeros de relación?

¿Cuáles son los principales problemas típicos de las crisis?

¿A cuál de los cuatro estilos de apego corresponde más?

Nunca se trata de comportamientos individuales, siempre se trata del patrón.

Y puedes hacer lo mismo con tu pareja sentimental.

¿Qué sabes de las relaciones anteriores de tu pareja?

También es muy útil hablar de esto juntos y explorarlo.

También conecta mucho.

Conclusión

El apego desorganizado tiene su origen en el abandono y los malos tratos durante la infancia.

Esto crea cierta necesidad de cercanía, pero también cierto miedo.

Lo que a su vez crea mucha confusión.

Naturalmente, esto complica las relaciones amorosas en la edad adulta.

La terapia conductual es una buena forma de entender tu trauma y tu trastorno de apego.

Un psicólogo puede darte las herramientas que necesitas para trabajar tus emociones y tu salud mental.

Muchas personas crecen en condiciones precarias que no permiten el desarrollo de patrones de relación constantes y fiables, y ahora desarrollan patrones de apego y relación precarios, ambivalentes o desorganizados.

La simbiosis y la autonomía son necesidades específicamente humanas, y su relación a veces se desequilibra en la vida de muchas personas.

En el curso del desarrollo personal, no es infrecuente que se produzcan comportamientos adaptativos erróneos, que sólo pueden entenderse desde la perspectiva de la teoría del apego.

Algunos psicoanalistas ven en la inferiorización un autocastigo por un apego excesivo a la madre.

Emmanuel Mounier

 

 

 

 

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