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Encopresis: ¿la culpa es de la relación con la madre?

Encopresis: ¿la culpa es de la relación con la madre?

La mayoría de los niños aprenden a ir al baño a los cuatro años, lo que significa que pueden controlar de forma fiable sus deposiciones.

La defecación o encopresis se define como la caída voluntaria o involuntaria de heces de consistencia normal en lugares no previstos para ello.

Los médicos suelen mencionar la relación con la madre como causa principal.

Pero no es tan sencillo.

Si esto ocurre aproximadamente una vez al mes durante tres a seis meses, se denomina trastorno.

El trastorno también puede adoptar la forma de incontinencia por rebosamiento, lo que significa que las heces se escapan porque los intestinos ya no pueden absorberlas.

Los niños afectados retienen las heces durante mucho tiempo -por ejemplo, porque tienen deposiciones duras y dolorosas- hasta que ya no pueden hacerlo.

Sólo entre el 2% y el 3% de los niños de 4 años (más niños que niñas), entre el 1,5% y el 3% de los niños de 7 años y el 1% de los niños de 13 años padecen encopresis.

Dado que en algunos niños la encopresis se prolonga hasta la adolescencia o incluso hasta los primeros años de la edad adulta, es aconsejable un tratamiento precoz.

Muchos niños afectados padecen también otros problemas, como ansiedad, problemas de atención, depresión, baja tolerancia a la frustración, hiperactividad o mala coordinación.

Otros niños vuelven a “mojarse los pantalones” tras un cambio estresante en su vida, como el nacimiento de un hermano, la separación o el divorcio de los padres, problemas familiares o el traslado a un nuevo hogar.

En la mayoría de los casos, la encopresis puede tratarse con éxito, pero puede pasar algún tiempo hasta que aparezcan los primeros signos de mejoría.

Los niños cuyas deposiciones no están bajo control en la edad escolar deben ser examinados cuidadosamente por un pediatra para determinar las posibles causas físicas.

Una vez descartadas éstas, el médico puede remitir al niño a un psiquiatra infantil para determinar en qué medida los problemas psicológicos contribuyen a la encopresis.

¿Cuáles son las causas de la encopresis?

¿Está implicada la relación con la madre o el padre?

La encopresis puede ser genética, sobre todo cuando los niños también sufren estreñimiento.

En la encopresis con estreñimiento, los alimentos permanecen en el intestino mucho más tiempo de lo habitual.

Esto lo espesa aún más, haciendo que las heces sean secas y duras.

La eliminación puede ser muy dolorosa.

En algunos niños, sin embargo, el esfínter externo no se relaja correctamente, lo que retrasa la eliminación.

Otros niños no notan realmente la necesidad de defecar o sus intestinos están muy dilatados.

El 30-50% de los niños que defecan tienen al mismo tiempo problemas mentales.

En cuanto a las causas de la encopresis, hay que distinguir entre las dos formas siguientes:

  • encopresis retentiva
  • Encopresis no retentiva

La encopresis retentiva se produce cuando la causa es el estreñimiento crónico.

Esta disfunción física afecta aproximadamente al 80-95% de los niños.

Como se forman heces duras en los intestinos, a los niños les resulta muy doloroso evacuar.

El miedo a defecar, a su vez, hace que los niños contengan sus movimientos intestinales.

Es pura psicología.

Se crea un círculo vicioso difícil de romper.

Además, las paredes intestinales también se ven afectadas.

El resultado es la llamada copresis por rebosamiento.

El círculo vicioso asociado al estreñimiento crónico también afecta a la salud mental de los pacientes.

La encopresis no retentiva suele tener causas puramente psicológicas y se produce sin estreñimiento.

Aunque los niños tienen deposiciones regulares y normales, defecan entre ellas.

El problema puede deberse a circunstancias externas o a conflictos internos.

Por ejemplo, algunos niños están alterados por una mudanza, un nuevo hermano o la separación de sus padres.

Aquí es donde la atención suele centrarse en la relación con la madre o el padre.

Cómo afecta la relación con la madre a la encopresis?

Incluso en nuestro mundo moderno, la madre sigue siendo la principal cuidadora del niño.

Por eso, muchos médicos suponen que una relación tóxica con la madre provoca encopresis.

Esto puede ser tan simple como un entrenamiento demasiado estricto para ir al baño, o tan complejo como el narcisismo destructivo de la madre.

Así que surgen dos problemas: causas psicológicas vinculadas a la relación con la madre (o el padre) y causas externas.

Psicología: cuando la relación con la madre se convierte en una fuente de tensión

Una de las causas de la encopresis es la elevada tensión nerviosa interna del niño.

Por regla general, podemos suponer que el síntoma del niño representa un grito de atención y cariño, que puede tener diversas causas.

El trastorno puede atribuirse a una relación perturbada entre padres e hijos, a la rivalidad entre hermanos, a un exceso de rendimiento o a un comportamiento de rendimiento exagerado.

Por ejemplo, la relación con la madre es demasiado tensa o distante.

La relación madre-hijo suele verse alterada cuando los padres se encuentran con el niño en un estado de ánimo nervioso y hay tensión entre los padres.

No es infrecuente que los niños se empantanen cuando se sienten en desventaja con respecto a sus hermanos.

Por ejemplo, al igual que la enuresis nocturna, la encopresis suele empezar cuando nace un hermano o hermana y el niño mayor se da cuenta de que todo el cariño y la atención se le dan al recién nacido.

La encopresis también es frecuente en niños que, por el motivo que sea, aún no han alcanzado el nivel de desarrollo mental que corresponde a su edad.

Por ejemplo, en la relación con su madre, los niños han sido sobreprotegidos.

Por tanto, no sólo puede considerarse el resultado de una educación sin amor, sino también de una educación muy mimada que mantiene al niño pequeño y dependiente.

Estos niños sobrecargados, que no pueden satisfacer las exigencias que les impone el entorno extrafamiliar, expresan entonces su deseo de volver a ser un niño pequeño.

Estos niños están ansiosos y tensos por dentro.

Aunque temporalmente pueden mostrar celo y determinación, generalmente se desaniman mucho.

En el sentido más amplio, el bloqueo suele ir de la mano del deterioro del rendimiento.

Para el niño, estar limpio es una hazaña que no puede conseguir sin que le molesten.

Esta asociación entre defecación y disminución del rendimiento es a veces más evidente cuando el niño defeca sólo durante el horario escolar (cuando se le exige rendimiento), pero permanece limpio durante las vacaciones.

Controlar los procesos de eliminación demasiado pronto sólo puede lograrse mediante el ejercicio, pero esto se asocia a muchos fracasos.

La relación con la madre no es lo suficientemente tierna, paciente y alentadora para que el niño se sienta apoyado.

Si el control de esfínteres se lleva a cabo demasiado pronto, con fuertes apelaciones al pudor del niño y expresiones de insatisfacción por parte de los padres, a menudo el niño tendrá que decepcionar a sus padres debido a su inmadurez física, aunque le gustaría complacerles.

Puede perder su sensación de seguridad como consecuencia de las numerosas rupturas.

El niño suele desarrollar sentimientos de culpa y una conciencia minoritaria y acaba atormentado por miedos y dudas.

Como consecuencia, el niño puede sentir una nerviosa tensión interior, que luego suele manifestarse como el síntoma de la defecación.

Las causas externas de la encopresis también están ligadas a la relación con la madre

El estrés y los cambios son a menudo la causa de la suciedad.

Por ejemplo, una mudanza, el nacimiento de un hermano o hermana, una estancia en el hospital, un cambio de colegio o un divorcio.

El intestino es sensible a todas las emociones.

Los conflictos y las situaciones estresantes en los niños se expresan sobre todo físicamente y en la motivación por el rendimiento, mientras que el ámbito relacional está poco desarrollado.

En las familias se da mucha importancia a virtudes secundarias como la cortesía, la diligencia y el esmero.

Pero el orden, la limpieza, la puntualidad y la obediencia también desempeñan un papel importante.

Las experiencias básicas están bastante poco desarrolladas.

La relación madre-hijo oscila a menudo entre el apego (cercanía) y el desapego (distancia).

Experiencias básicas como el amor y la confianza necesitan un desarrollo especial.

El tratamiento psicosomático del conflicto interior se expresa ensuciándose.

Dado que los niños, como los sismógrafos, muestran la atmósfera familiar real, el síntoma en la estructura familiar adquiere un significado que es necesario aclarar.

En caso de crisis, el niño llama la atención sobre las áreas conflictivas de la familia a través de su comportamiento infantil.

Existen expectativas excesivas de los padres en cuanto a exigencias como la puntualidad, el orden, el rendimiento y el esmero.

Por otro lado, las necesidades emocionales del niño de contacto, seguridad y confianza no están suficientemente satisfechas.

Por lo tanto, la relación con la madre es insegura.

Lo mismo puede decirse de la relación con el padre.

Encopresis: ¿cómo se trata?

Si se trata de un trastorno funcional, el primer objetivo es acostumbrar de nuevo al niño a defecar con normalidad.

Para ello, siéntalo en el retrete de cinco a diez minutos después de cada comida.

En cuanto haya evacuado la materia fecal, debes anotarlo en un calendario especial.

También puedes introducir recompensas para motivar a tu hijo.

El entrenamiento intestinal también puede continuar en la guardería.

En tal caso, informa a los educadores responsables.

Si el niño sufre estreñimiento, es necesario administrar medicamentos adicionales.

Éstos garantizan la retención de agua en los intestinos y hacen que las heces sean más blandas.

También es importante aumentar la cantidad que el niño bebe cada día.

Asegúrese también de que el niño ingiere suficiente fibra.

Si las causas psicológicas son las responsables de la suciedad, es aconsejable consultar a un psicólogo.

Gracias a la terapia psiquiátrica infantil y juvenil, los niños aprenden a gestionar sus preocupaciones y miedos.

Psicología: ¿un remedio de la abuela para la encopresis?

Si la causa de la encopresis es el estreñimiento, existen algunos remedios antiguos que pueden ayudar a tu hijo.

  • Comer ciruelas pasas
  • Semillas de chía (una cucharada sopera al día)
  • Psyllium en polvo (de 1 a 3 cucharaditas espolvoreadas de psyllium al día)
    2 gotas de aceite de jengibre en 8 gotas de aceite vegetal, masajear el estómago antes de las comidas durante 5 a 7 días
  • Aceites esenciales (2 gotas de esta mezcla, 3 veces al día en una cucharadita de aceite de oliva o miel antes de las comidas, repetir durante 5 a 7 días)
    • 30 gotas de aceite esencial de estragón
    • 30 gotas de aceite esencial de bergamota
    • 15 gotas de aceite esencial de semillas de cilantro
    • 15 gotas de aceite esencial de jengibre

Psicología: trabaja tu relación madre-hijo

Para combatir las causas psicológicas de la encopresis, debes mejorar la relación con tu hijo.

Por supuesto, también puede afectar a la relación con el padre, ¡pero eso es más raro!

En psicología, la incapacidad de retener las deposiciones es un mecanismo de defensa contra los traumatismos.

Así que si quieres que cese la encopresis, tienes que hablar con tu hijo.

Ojo, no estoy diciendo que seas una madre tóxica o narcisista.

Aunque por desgracia sea así, la situación no tiene por qué ser tan dramática.

Es sólo que las obligaciones diarias, el trabajo, otros niños, etc. pueden afectar a la relación madre-hijo.

Esto significa que tu hijo que sufre encopresis se siente abandonado o incomprendido.

A continuación te explicamos cómo puedes mejorar la relación madre-hijo:

1. Para mejorar la relación madre-hijo, comunícale tu amor incondicionalmente.

Si los niños se sienten queridos independientemente de su comportamiento, también podrán quererse y aceptarse tal como son.

Pueden verse a sí mismos como personas valiosas, aunque fracasen en algo.

Y a partir de este sentimiento, también pueden aceptar mejor a los demás tal y como son, empatizar con ellos y ayudarles.

2. Para una mejor relación madre-hijo, piensa positivamente en tu hijo

Anota cada día tres cosas que aprecies de tu hijo.

Notarás cómo esto cambiará gradualmente tus creencias internas sobre tu hijo de una forma más positiva.

Automáticamente serás más indulgente y cariñoso con él porque sabes el regalo que es este niño para ti.

3. Para una mejor relación madre-hijo, mantén rituales familiares

Chaque jour, notez trois choses que vous appréciez chez votre enfant.

Vous remarquerez que cela modifiera progressivement vos croyances intérieures à l’égard de votre enfant de manière plus positive.

Vous serez automatiquement plus indulgent et plus aimant envers votre enfant parce que vous savez que cet enfant est un cadeau pour vous.

3. Pour une meilleure relation mère-enfant, maintenez des rituels familiaux.

Si quieres fortalecer la relación madre-hijo, debes abstenerte de la evaluación constante y centrarte en cambio en la experiencia de tu hijo.

Escucha atentamente a tu hijo.

Repite lo que ha dicho con tus propias palabras para comprobar que lo has entendido correctamente.

Respeta los sentimientos de tu hijo.

Intente comprender su punto de vista.

Muéstrale compasión y comprensión.

Ayúdele a percibir sus propias necesidades y a satisfacerlas con estrategias adecuadas.

5. Muestre quién es realmente

Un vínculo real con nuestros hijos sólo puede desarrollarse si les mostramos autenticidad.

Así pueden aprender realmente de nuestro ejemplo.

Porque están viendo a una persona “real” que a veces comete errores y luego hace todo lo posible por corregirlos.

6. Cuídese

Probablemente estés insatisfecho e irritable, reaccionando de forma irritable con tus seres queridos, quejándote o incluso gritándoles.

En este estado, por mucho que te esfuerces, no puedes cuidar la relación con tu hijo (o con tu pareja).

Así que no es egoísta hacer algo por uno mismo: es bueno para toda la familia.

 

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