¿Cómo se desarrolla el pie de atleta y cómo puede curarse?
El pie de atleta es una infección fúngica crónica de los espacios entre los dedos, las plantas de los pies y, en casos graves, el dorso del pie.
Si el hongo afecta también a la uña, se denomina hongo ungueal.
El pie de atleta es muy frecuente: se calcula que una de cada tres personas en los países industrializados está afectada.
La tasa de infección también aumenta con la edad, y las mujeres tienen menos probabilidades de sufrir pie de atleta que los hombres.
Hongos en los pies: las causas de esta infección
Un hongo filamentoso llamado Trichophyton rubrum es responsable de la mayoría (alrededor del 75%) de las enfermedades del pie de atleta.
Aunque afecta principalmente a los pies y las uñas, también puede colonizar otras zonas de la piel.
Además de los hongos filamentosos, los hongos levaduriformes y germinales y los mohos pueden causar hongos en los pies, aunque con mucha menor frecuencia.
Los hongos disponen de diversos mecanismos para anidar en la piel.
De este modo, pueden dañar específicamente la capa ácida protectora de la piel, ampliar la barrera cutánea y adherirse firmemente a las células de la piel con estructuras especiales.
Algunas levaduras utilizan maniobras muy especiales: se disfrazan de células del cuerpo y así sortean las barreras del sistema de defensa humano.
Pero ninguno de estos ataques suele dañar la piel sana
Porque su manto ácido protector y una capa protectora de bacterias (flora cutánea) garantizan la destrucción inmediata de las esporas fúngicas.
Sin embargo, si la piel está dañada o el sistema inmunitario debilitado, los hongos pueden arraigar, en el verdadero sentido de la palabra.
Las esporas de los hongos penetran la barrera cutánea y se introducen en el estrato córneo con sus hilos celulares, llamados hifas.
Aquí es donde crecen los hongos.
El crecimiento hacia estructuras más profundas de la epidermis provoca la activación del sistema inmunitario, que suprime el hongo, pero también se asocia a síntomas como picor e inflamación.
El ataque fúngico acelera la renovación de la córnea, que se engrosa y muestra un aumento de la descamación.
La excreción de escamas de piel transmite la infección: las esporas fúngicas pueden sobrevivir durante días o semanas en el ambiente e infectar a otras personas.
Hongos en los pies: factores de riesgo y contagio
Cuantas más personas caminen descalzas por un mismo lugar, mayor será el riesgo de infección.
Por ello, es especialmente frecuente en piscinas y saunas públicas, en las alfombras de las habitaciones de hotel y en los vestuarios.
El contacto con una escama infectada por sí solo no causa hongos en los pies.
El hongo debe superar primero el sistema de defensa del organismo y formar hifas que penetren en la epidermis y permitan la formación del micelio. Esto puede verse facilitado por diversos factores:
- Clima adecuado
A los hongos les encanta la humedad.
Los calcetines y las medias de fibras sintéticas dificultan la transpiración de la piel.
No absorben la transpiración.
- Puntos de entrada
Para causar una infección, el hongo debe penetrar la capa protectora de la piel.
Los zapatos apretados, por ejemplo, garantizan el roce de las zonas sensibles de la piel y proporcionan así un punto de entrada ideal para las infecciones fúngicas.
- Defensas debilitadas
Nuestro sistema inmunitario se encarga de protegernos de los agentes patógenos.
Si las defensas del organismo están debilitadas o alteradas, es más probable que las infecciones se propaguen.
Hongos en los pies: síntomas
Los hongos patógenos de los pies son demasiado pequeños para verse a simple vista.
Sin embargo, existen pruebas fehacientes de los síntomas que provocan.
El síntoma más típico es el picor persistente entre los dedos de los pies.
Más tarde, la piel de los espacios entre los dedos se enrojece y se descama.
A medida que avanza la enfermedad, los bordes de las superficies cutáneas infectadas se oscurecen ligeramente y se forman pequeñas pústulas o ampollas.
Cuanto más avanzada está la enfermedad fúngica, mayores son las partículas de piel y las escamas que se desprenden de la zona afectada.
Debajo aparece tejido rojo e irritado y la piel parece haberse reblandecido.
Aparecen pequeñas grietas que facilitan la penetración de otros gérmenes, especialmente bacterias patógenas.
Las dolorosas grietas aparecen no sólo entre los dedos, sino en casos graves por todo el pie.
Una forma particular de pie de atleta afecta sobre todo a las plantas de los pies y se extiende lentamente a los bordes de los pies y al dorso del pie.
Por eso también se le llama hongo del mocasín.
¿Cómo se trata el pie de atleta?
El tratamiento del pie de atleta depende de la extensión de la infección fúngica.
En las primeras fases, suele bastar con tratar externamente las zonas cutáneas afectadas.
Sin embargo, en caso de infestación fúngica avanzada y extensa en las plantas de los pies, los talones y las uñas, es necesario tomar preparados que también combatan los hongos desde el interior.
Todos los medicamentos deben utilizarse o tomarse con regularidad y, sobre todo, durante un tiempo suficientemente prolongado.
Así que asegúrese de seguir la prescripción de su médico.
Los hongos de los pies son muy rebeldes.
El tratamiento del pie de atleta suele durar entre dos y cuatro semanas
Incluso si los síntomas ya han desaparecido, el tratamiento debe continuar según lo acordado con el médico, porque sólo entonces se puede suponer que el hongo ha sido completamente eliminado y que no hay riesgo de recaída.
Para tratar las infecciones fúngicas, los médicos utilizan antifúngicos, cuyos principios activos inhiben el crecimiento del hongo o lo matan.
Si la enfermedad fúngica no está muy avanzada, los antimicóticos pueden aplicarse externamente.
Se puede elegir entre cremas, geles, soluciones, sprays y polvos, según el estado de los pies y las circunstancias individuales.
Si le transpiran mucho los pies, lo mejor es un polvo o un gel.
Por otro lado, si tiene la piel seca, debería utilizar cremas y lociones, ya que tienen efectos de cuidado adicionales.
Las soluciones son cómodas porque son más fáciles de aplicar en una capa fina y de frotar bien.
Si quiere evitar el contacto con los pies, los sprays son la opción adecuada.
Los fármacos más utilizados son terbinafina, itraconazol, clotrimazol, miconazol y bifonazol
Son los llamados antifúngicos de amplio espectro, capaces de combatir varios hongos patógenos.
La terbinafina puede utilizarse externamente en forma de crema, gel o aerosol, e internamente en forma de comprimido.
Inhibe una enzima importante de los hongos y dificulta así la construcción de sus paredes celulares.
El itraconazol sólo puede utilizarse por vía interna.
El clotrimazol inhibe la acumulación de ergosterol, también un componente esencial de la pared celular fúngica.
Este daño acaba provocando la muerte de la célula fúngica.
El clotrimazol puede utilizarse en forma de crema, solución o aerosol.
Además, está disponible en forma de polvo y a menudo se utiliza en esta forma para el postratamiento de las infecciones fúngicas.
El miconazol puede administrarse en forma de crema, solución o polvo.
El mecanismo de acción es similar al del clotrimazol: también se interrumpe la formación de la membrana celular de los hongos, inhibiendo así su crecimiento.
El bifonazol actúa del mismo modo, pero tiene la ventaja de que permanece más tiempo en la piel.
También es antiinflamatorio, por lo que las zonas que arden o pican se calman rápidamente.
¿Es posible prevenir el pie de atleta?
La estrategia más importante contra los hongos de los pies es la prevención selectiva.
Allí donde mucha gente camina descalza, hay que extremar las precauciones.
Por ejemplo, el calzado de baño es útil en baños públicos y saunas.
Lo mismo cabe decir de las habitaciones de hotel.
Mantenga siempre secos los pies y los espacios entre los dedos.
Utilice una toalla aparte para secarse, sobre todo después de una visita a la piscina o la sauna.
Porque un hongo puede penetrar especialmente bien en la piel húmeda y reblandecida.
Lo mejor es secar los espacios entre los dedos de los pies con un secador de pelo a baja temperatura.
Para evitar los hongos en los pies, cambie las toallas con regularidad.
Lave las toallas, alfombrillas de baño, calcetines y ropa de cama a temperaturas superiores a 60 grados.
Lleve calzado cómodo y bien ajustado
Alternar tacones altos y bajos es útil para prevenir los dedos atropellados, los problemas venosos y los problemas musculares de la pantorrilla.
El material transpirable es tan importante como un buen ajuste: de este modo, la humedad del pie se disipa rápidamente.
Por eso, use zapatos con la parte superior transpirable, como cuero o microfibras modernas.
Utiliza zapatillas deportivas sólo cuando practiques deporte.
Si es posible, elige zapatos diferentes cada día para que los pares individuales puedan secarse.
Para evitar los hongos en los pies, utiliza calcetines de materiales naturales y cámbialos a diario.
Es importante revisar regularmente los dedos, los espacios entre los dedos y las plantas de los pies.
De este modo, los hongos de los pies pueden detectarse a tiempo.
Al menos una vez a la semana debería dedicar más tiempo al cuidado de los pies.
Asegúrese siempre de que los pies estén bien abastecidos de sangre y calor.
Los baños y duchas de contraste, así como las afusiones en las piernas, estimulan la circulación sanguínea en los pies.
Asegúrese de que su diabetes se trata adecuadamente y preste atención a un buen nivel de azúcar en sangre: ¡así se evitan complicaciones!
Dado que los diabéticos corren especial riesgo de padecer ciertas enfermedades y hongos en los pies, deben cuidarlos especialmente y someterlos a revisiones periódicas.
Otras formas de hongos
Los hongos de los pies no son la única forma de infección fúngica que puede padecerse.
Hay otras formas que pueden atacar a todo tu cuerpo.
La más conocida son los hongos en la lengua.
1. Hongos en la lengua
La candidiasis lingual es una enfermedad infecciosa de la boca y la garganta.
Está causada por ciertos hongos levaduriformes y recibe el nombre médico de “candidiasis oral”.
En la mayoría de los casos, se trata del hongo común Candida albicans.
Éste se encuentra como “residente inofensivo” en las membranas mucosas de muchas personas.
Afecta sobre todo a las mucosas de la boca y la garganta, la zona genital y el tubo digestivo, pero también es posible la colonización entre los dedos de manos y pies y en las uñas.
A menos que el hongo se extienda, no constituye en sí mismo un peligro para la salud.
- Síntomas de los hongos linguales
Los pequeños nódulos de color blanco lechoso son típicos de los hongos linguales, algunos de los cuales también convergen para formar manchas blancas más grandes que se fusionan y adhieren a la mucosa de la lengua.
Los depósitos pueden limpiarse, aunque entonces las zonas pueden sangrar ligeramente.
Además del revestimiento lingual, pueden aparecer otros síntomas, como
- ardor en la boca
- ligera dificultad para tragar
- mal aliento
- sensación de “pelusilla” en la lengua
- boca seca
- trastornos del gusto
- sed intensa
- Causas de los hongos linguales
Existen varias causas posibles de una alteración del equilibrio de la flora bucal, pero son sobre todo las personas con un sistema inmunitario debilitado las que se ven afectadas.
Los bebés, los prematuros y los ancianos o pacientes con enfermedades de inmunodeficiencia congénita o adquirida, como el sida, son los más afectados.
Los hongos en la lengua también pueden aparecer en relación con el cáncer, ya que los enfermos de cáncer suelen ser más susceptibles a los gérmenes.
Dado que la mucosa de la boca y la lengua se renueva constantemente, sus células también se dividen con mucha frecuencia.
Esto significa que éstas -al igual que las células tumorales- pueden ser atacadas rápidamente durante la quimioterapia o la radioterapia.
Además, la inmunodeficiencia puede producirse como consecuencia de enfermedades infecciosas agudas (neumonía, gripe, etc.), trastornos metabólicos como la diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares o estrés.
Incluso las personas que llevan dentadura postiza corren un mayor riesgo de contraer hongos linguales.
También existen otros factores de riesgo de contraer hongos linguales, como el consumo de nicotina, la reducción de la producción de saliva o determinados medicamentos, como los aerosoles para el asma que contienen cortisona, ya que pueden alterar o suprimir la función del sistema inmunitario y favorecer así la infección.
2. Hongos en las uñas
Aunque es más raro: hay hongos en las uñas de la mano.
En este caso, el tratamiento precoz con antifúngicos es casi más importante que en el caso de los pies.
Porque los perjuicios causados por los antiestéticos cambios visuales de las uñas infectadas son aún más gravosos para los afectados que las infecciones fúngicas de los pies.
Al fin y al cabo, las manos están muy implicadas en los contactos interpersonales.
Las uñas enfermas son mucho más difíciles de ocultar aquí que en los dedos de los pies.
Los primeros síntomas de hongos en las uñas de las manos son pequeñas decoloraciones en el borde de la lámina ungueal.
Éstas son de color blanco turbio, amarillento o parduzco y pueden reconocerse inicialmente como pequeños puntos o manchas.
Al principio, los hongos en las uñas de las manos no causan más síntomas que estas manchas.
A medida que la infección avanza, la decoloración se extiende por la lámina ungueal.
Las partes afectadas de la uña se vuelven turbias y más tarde quebradizas.
3. Hongos de la piel
Los hongos cutáneos son todas las infecciones de la piel y las mucosas con formas fúngicas.
Los hongos cutáneos suelen ser muy molestos por sus síntomas, como el picor, pero son inofensivos.
Rara vez penetran en las capas más profundas de la piel.
En una persona sana, la piel está bien protegida contra los invasores.
Su capa superior está formada por células muertas, que forman una especie de barrera entre el mundo exterior y las capas más profundas de la piel.
Encima de esta capa superior hay un manto ácido que protege la piel.
Si éste se destruye, por ejemplo por una limpieza excesiva, o si la piel sufre una lesión como un desgarro o un corte en algún momento, las bacterias, los virus y los hongos pueden penetrar y causar una infección.
Que esto ocurra y la gravedad de la infección dependen en gran medida del funcionamiento del sistema inmunitario de la persona afectada.
Los siguientes factores favorecen la infección por un patógeno cutáneo fúngico o su propagación:
- Defensas debilitadas
- Estrés
- Ambiente caluroso y húmedo
- Fluctuaciones hormonales causadas por el embarazo, la menopausia o la toma de píldoras anticonceptivas
- Relaciones sexuales sin protección
- Enfermedades subyacentes como diabetes, cáncer, glándula tiroides hiperactiva o hipoactiva
- Terapia con fármacos que suprimen el sistema inmunitario
- Terapia con antibióticos o glucocorticoides
- Sobrepeso
- Trastornos circulatorios de la piel y las mucosas