La herida de la humillación se oculta tras una máscara del ego vil: la máscara del masoquista.
Me gustaría poder decir que todos somos seres humanos equilibrados. Que nuestro comportamiento está exclusivamente ligado a nuestro carácter.
En definitiva, que nacemos buenos o malos, introvertidos o extrovertidos. Pero este no es el caso. La realidad es mucho más sombría que eso.
De hecho, si te dijera que una persona narcisista esconde en realidad una profunda herida emocional, ¿qué pensarías?
Si te dijera que un hombre maltratador es en realidad una persona incomprendida cuyo niño interior está sufriendo mucho, ¿qué dirías?
Las personas con personalidades extremas o difíciles son personas que llevan máscaras de ego. Intentan encubrir su dolor con comportamientos tóxicos como la manipulación, la mentira o la mezquindad.
Sin embargo, son personas que tienen heridas emocionales que les han marcado tanto, que han tenido que desarrollar un mecanismo de defensa para no volver a sufrir.
Como recordatorio, hay 5 heridas emocionales y cada una corresponde a una máscara del ego. Si quieres saber más sobre estas heridas y entender cómo curarlas, haz clic en los siguientes enlaces:
1. La herida de la injusticia corresponde a la máscara de la rigidez
2. La herida de la humillación corresponde a la máscara de un masoquista
3. La herida del rechazo se corresponde con la máscara del esquivo
4. La herida del abandono corresponde a la máscara de un dependiente
5. La herida de la traición corresponde a la máscara de un controlador
¿Es usted una de esas personas que tiene heridas emocionales que le impiden ser feliz?
Hoy nos centraremos en la herida de la humillación para entender su origen y el impacto que tiene en tu vida diaria.
Por último, te daré algunos consejos para superar tu dolor y liberarte de las garras de tu pasado.
Origen de la herida de humillación
La herida de la humillación está totalmente relacionada con el mundo físico. Se trata de tener, no de ser. Este tipo de heridas emocionales comienzan a una edad muy temprana, entre 1 y 3 años.
Se produce un acontecimiento traumático entre el niño y la madre (o la persona responsable del aprendizaje de las funciones físicas y sexuales).
En efecto, la herida de la humillación se produce durante el desarrollo de las funciones físicas del cuerpo (comer solo, estar limpio, ir al baño solo, hablar, escuchar, entender las conversaciones, la sexualidad, etc.).
En definitiva, en la edad en que el niño toma conciencia de sí mismo, de su entorno social, de su cuerpo y de su mente, aparece la vergüenza.
Esto puede ser un sentimiento que él/ella siente hacia sí mismo/a o un sentimiento que su madre recibe hacia él/ella.
Las razones de esta vergüenza pueden ser realmente muchas. Por ejemplo, el niño lleva mucho tiempo mojando la cama, ha sido maltratado en la escuela o ha sufrido abusos.
En cualquier caso, el niño se siente humillado y este sentimiento se convierte en una vergüenza duradera. Entonces adopta la máscara de masoquista para ocultar su herida de humillación.
Finalmente, al entrar en la edad adulta, empieza a reorganizar su vida de acuerdo con esta vergüenza.
¿Cómo reconocer la herida de la humillación?
Se produce un juego malsano entre el adulto con una herida de humillación y sus allegados. De hecho, esta persona piensa que es inferior a los demás y que no puede existir fuera de su humillación.
Por lo tanto, es muy crítico consigo mismo. Se devalúa y menosprecia a sí mismo e incluso se burla de sus propias capacidades.
Este comportamiento lleva a muchos excesos porque una persona con una herida de humillación no cree que se merezca algo mejor.
Por ello, suele tener relaciones sentimentales con compañeros que le menosprecian. De hecho, pensando que es indigno de amor y bondad, esta persona corre detrás de personas que no muestran respeto y que le harán sufrir.
Sin embargo, esta persona que vive con una herida de humillación busca ser amada. Así que tiende a ir a los extremos para conseguir algo de comodidad.
Por ejemplo, responde a todos los caprichos de su pareja. Es discreto para no molestar a su pareja y hace realmente todo lo que se le pide.
Es entonces cuando surge la confusión entre su masoquismo y sus verdaderas decisiones. La persona herida busca inconscientemente la humillación para sentirse viva.
Pero no puede distinguir entre lo que realmente quiere y su patología de humillación.
El cuerpo de una persona con una herida de humillación es redondo, regordete y grande. Su cuello es redondeado y ancho y suele tener una joroba en la parte superior de la espalda.
Si te reconoces en esta descripción, ¡te mereces algo mejor! ¡Mucho mejor!
¿Es posible curar la herida de la humillación y deshacerse de la máscara del masoquismo?
Si se ha reconocido en la descripción anterior, hay buenas noticias. De hecho, el mero hecho de que estés leyendo este artículo demuestra que eres consciente de la herida de la humillación que vive en tu interior.
Puede que no sepas exactamente de dónde viene o por qué te persigue, pero sabes que existe. Esto ya es un buen paso hacia el proceso de curación.
Debes entender que cerrar una cicatriz dejada por una herida de humillación no es nada sencillo. Es posible que su curación no sea tan rápida como le gustaría.
Pero será duradero. Es mejor tomarse su tiempo y curarse del todo que precipitarse y reabrir una herida de humillación al primer obstáculo que encuentre, ¿verdad?
Así que aquí tienes los 3 pasos que debes dar para empezar a ser feliz por fin:
1. Acepta la realidad de tu estado psicológico
Es imposible curar una herida de humillación si no se sabe de dónde viene. ¿Qué ha provocado la vergüenza que sientes? ¿Cuándo ocurrió? ¿Por qué ha ocurrido?
Mientras no identifiques el problema, éste seguirá teniendo poder sobre ti. Así que debes afrontar tu humillación en su más pura verdad.
Hay una gran diferencia entre decir: “Me acosaron cuando era joven… Pero probablemente era un niño sensible, así que me molestaba un poco” y “Me acosaron sin descanso durante años y tuve pensamientos suicidas durante años por ello”.
Puedes ver la diferencia, ¿no?
Hay una gran diferencia entre decir “Fui un niño maltratado pero al mismo tiempo no fui muy sabio” y “De niño mi padre me pegaba”. Incluso hoy me da miedo. De hecho, nunca voy a verlo porque tengo miedo de decir algo malo.
En resumen, hay que ser completamente honesto. No dramatices ni exageres las cosas. Sólo cuenta la verdad tal y como la has vivido.
Por ejemplo, puedes escribir en un diario. Intenta recordar todas las situaciones humillantes que viviste de niño.
¿Por qué eran humillantes? ¿Qué ha provocado estas situaciones? ¿Qué emociones sentiste en ese momento? ¿Qué miedos nacieron de estos traumas?
La herida de la humillación es quizá la más profunda de todas, por lo que tendrás que esforzarte para afrontarla.
2. Abraza los sentimientos en tu vida
Una vez que te hayas enfrentado a la verdad, puedes darte cuenta de que poco a poco vas aceptando emociones que te son completamente desconocidas.
Entonces puede sentir la necesidad de gritar o llorar, de dar un pisotón o de tumbarse. Este proceso puede durar una semana o un año (o más).
De hecho, dependiendo de la intensidad y profundidad de la herida de humillación, aprender a aceptar y reconocer estos nuevos sentimientos puede llevar tiempo.
Debo advertirle que esta etapa será emocionalmente muy intensa. Efectivamente, tendrás dudas. Su herida de humillación le hará cuestionarse todo.
¿Y si mi tristeza dura para siempre?
¿Y si guardo rencor el resto de mi vida?
Y si… Y si…
No te preocupes, esto es sólo una fase. Todas estas emociones negativas desaparecerán, pero tienes que pasar por esta etapa de aceptación.
Así que cuanto más rápido los abraces, más rápido te liberarás de sus garras. Suelta la energía que ha estado viviendo dentro de ti durante años, pero que no ha podido expresarse.
3. El dolor proviene de una relación, por lo que sólo se puede curar en una relación
La herida de la humillación es un dolor, un trauma que nace dentro de una relación. Así que la curación también debe tener lugar dentro de una relación.
Pero tengo que ser claro en una cosa. Es imprescindible que reflexiones sobre tus pensamientos y sentimientos a solas. Hay que aprender a lidiar con ellos y gestionarlos en paz y en soledad.
Pero tarde o temprano tendrás que dejar que las personas que te rodean se conviertan en espejos que te permitan avanzar en tu proceso de curación.
Así que tienes que hacer la mayor parte del trabajo solo. Luchar y trabajar para ser una mejor versión de ti mismo. Luego, cuando te acercas a la meta, tienes que dejar que tus seres queridos te tiendan la mano.
Una cosa es decirte a ti mismo que tienes miedo de no sentir nunca el amor cuando eres una persona agradable y dulce. Pero otra cosa es escuchar a alguien cercano a ti decir que mereces ser amado porque eres una buena persona.
Apóyate en tus amigos, familiares o terapeuta para que te vean, te comprendan y te apoyen. Deja que los demás te amen. Y verás cómo tu vergüenza desaparece poco a poco.
Lee también: Las 5 heridas del alma: ¿qué máscara del ego llevas y por qué?