El agotamiento emocional es un estado de agotamiento físico y emocional crónico derivado de un exceso de trabajo, exigencias personales o estrés continuo.
Este estado se manifiesta tanto en forma de fatiga física como de sensación de vacío psicológico y emocional.
Cuando la armonía de su vida o su equilibrio personal se ven alterados, sus emociones son las primeras en reaccionar.
Nuestra salud mental y física depende de un equilibrio general entre nuestras emociones y nuestra psique.
Y cuando sufres agotamiento emocional, tus reacciones se alteran. Te vuelves más reactivo emocionalmente o menos.
Así que algunas personas se vuelven agresivas e irritables. Generan conflictos.
Otras pierden las ganas de vivir. No sienten placer ni deseo. De hecho, cada persona tiene una reacción diferente a este tipo de cansancio extremo.
Pero ¡cuidado! Contrariamente a lo que muchos piensan, el agotamiento emocional no está necesariamente relacionado con el trabajo.
De hecho, hoy en día vivimos en una sociedad en la que la carga mental es muy elevada. Pero eso no significa que nuestras agendas estén constantemente saturadas.
Una persona que no trabaja pero que tiene tres hijos, una casa que cuidar y quizás unos padres a los que atender tiene una carga mental mucho mayor que alguien que trabaja 8 horas al día sentado en un escritorio.
En realidad es caso por caso. Y depende de tu vida hasta ahora. ¿Has sufrido muchas desgracias? ¿Sientes que has pasado por una dificultad tras otra?
En realidad, no podemos definir las causas exactas del agotamiento emocional porque son diferentes para cada persona.
Los factores de estrés no son los mismos para todos, y cada uno de nosotros tiene una resistencia única al estrés y la fatiga.
¿Cómo reconocer el agotamiento emocional?
El agotamiento emocional no debe tomarse a la ligera. Pero a veces puede ser difícil de detectar porque puede esconderse detrás de diversos factores de estrés.
Debes saber que hay varias formas de poner fin a esta sensación de cansancio extremo. Pero la más importante es el descanso y la meditación.
También puedes intentar reducir tu lista de obligaciones y hacer pausas durante el día. También debes establecer límites claros y ceñirte a ellos.
Pero no olvides seguir centrado en tus sueños y objetivos, porque eso es lo que te va a dar fuerzas para luchar contra el agotamiento emocional.
En la práctica, ¿cómo reconocer el agotamiento emocional? ¿Cuáles son los síntomas que gritan “estás a punto de pasarte al lado oscuro” de una vez por todas?
1. Estás cometiendo un error tras otro.
Se podría pensar que el agotamiento emocional sólo se manifiesta en forma de sobrecarga mental y fatiga crónica.
Pero no es así. Cuando dices “cansado”, dices “mal”. Cuando estás mentalmente agotado, te cuesta tomar decisiones lógicas o racionales.
Es más, actúas y reaccionas de forma espontánea e irreflexiva. Esto te lleva a cometer errores. Por ejemplo, cuando estás agotado, conduces más deprisa, por lo que prestas menos atención a los demás coches y es más fácil que se produzcan accidentes.
También se nota en tu forma de comunicarte con la gente. El agotamiento emocional puede provocar falta de empatía y comprensión.
Así que puedes ser más agresivo y menos tolerante con los demás, sobre todo cuando también están pasando por un momento difícil.
Tu instinto protector te dice: “No pasa nada… Ya tengo bastantes problemas, no necesito escuchar los suyos”.
Y esto se manifiesta verbalmente: “¡Oh, no pasa nada! No es nada”. Hieres los sentimientos de la gente sin darte cuenta.
2. A veces reaccionas de forma impulsiva o incluso agresiva.
¿Le ha encomendado su jefe una nueva tarea? ¿Se te ha cruzado alguien en la cola del supermercado? ¡Pum!
En tu mente ocurre algo violento. Así que empiezas a discutir con cualquiera. De hecho, cuando estás emocionalmente agotado, te cuesta ordenar las cosas.
¿Qué reacción es apropiada y cuál no? Gritas, insultas y empiezas una auténtica guerra. ¿Por qué lo haces?
¿Porque te han hecho perder 5 minutos? ¿Porque te han dado nuevas responsabilidades? ¡Es ridículo! Pero no puedes controlar tu ira en ese momento.
Así que reaccionas instintivamente. Por otra parte, siempre te das cuenta a posteriori de que no era un comportamiento aceptable.
Así que te disculpas. Pero el daño ya está hecho…
3. Te cuesta encontrar la fuerza y la voluntad para seguir adelante.
Como te sientes tan desesperanzado, la mera idea de que tienes que seguir adelante con tu vida te parece insuperable.
Como si fuera un reto que no pudieras superar. ¿Por qué te sientes así?
Sencillamente porque mentalmente estás intentando resolver problemas que aún no tienen soluciones claras.
Y no sólo te pasa a ti. Todos pasamos por este tipo de calvario en nuestras vidas.
Pregúntate: ¿qué necesito? Luego intenta satisfacer esas necesidades. Siéntate a solas y sé sincero.
Tienes que averiguar el origen de tus problemas. Sólo entonces podrás trabajar sobre tus factores estresantes.
4. O eres demasiado expresivo con tus sentimientos, o no lo suficiente.
Tus reacciones son extremas. O lloras cada hora durante un día, o no puedes derramar ni una lágrima.
En cualquier caso, ¡no puedes vivir con ello! Así que tienes que empezar a trabajar en cómo gestionar y procesar tus emociones en tiempo real.
Esto significa tanto admitir lo que sientes como comprender si el contexto en el que te encuentras es adecuado para responder a esa emoción.
Así que también necesitas crear el espacio y el tiempo adecuados para expresar exactamente lo que tienes en la cabeza y en el corazón.
5. Eres hipersensible.
No por ser sensible exageras todo lo que ocurre a tu alrededor o todo lo que sientes.
Tu sensibilidad es la prueba de que eres perfectamente consciente de que has llegado a un punto de no retorno, al momento en que te vas a romper.
Así que la mera idea de tener un nuevo problema u obstáculo en tu camino es algo que no puedes manejar.
En lugar de emplear tu energía en controlar lo que te rodea, tienes que invertirla en averiguar qué es lo que te estresa tanto.
Puede que haya cosas en tu vida que sean sencillamente insoportables. Y puede que haya necesidades que sigas ignorando.
De hecho, no necesitas encontrar la fuerza para lidiar con otra pequeña preocupación. En su lugar, necesitas encontrar la voluntad para entender qué te metió en esta situación en primer lugar.
6. Sientes una profunda sensación de derrota.
El agotamiento emocional se manifiesta principalmente en el hecho de que miras o experimentas todo con una perspectiva negativa en mente.
De hecho, te sientes así porque, para ti, cada momento es una moneda al aire. En otras palabras, te has convencido de que todo lo que vives es una situación de “acierto o error”.
Pero, por supuesto, ésa no es la verdad. Una vez que has caído completamente en la desesperación, no significa que tu futuro sea inestable o esté condenado al fracaso.
De hecho, es más una cuestión de cómo reconoces las emociones que sientes en ese momento.
En resumen, la desesperación es un reflejo de tu conciencia de la intensidad, gravedad y duración de tus emociones negativas.
Pero eso no significa que estés desesperado. Simplemente intentas poner límites.
Inconscientemente, quieres decir “¡Basta! Ya es suficiente”.
7. Las emociones de la vida cotidiana te resultan insoportables.
Cuando llegas a un punto en tu vida en el que todas las emociones negativas están poniendo en peligro tu estabilidad mental o tu futuro, has alcanzado el punto de saturación.
Contrariamente a lo que mucha gente piensa, esto no significa que seas débil o que carezcas de resistencia.
Simplemente estás atravesando un periodo de sobrecarga emocional. Este pequeño problema que tienes no es realmente la fuente de tu estrés.
Es sólo la gota que colma el vaso. Y no es más que una más en una larga lista de preocupaciones que se han ido acumulando durante mucho tiempo.
No necesitas arreglar el problema en la superficie, sólo necesitas encontrar el valor para buscar lo que hay debajo.
8. Cada vez estás más impaciente.
Todo lo que ocurre alrededor te irrita. La gente que no responde a tus correos electrónicos con la suficiente rapidez te irrita.
El loco semáforo en rojo que tarda demasiado en ponerse en verde te exaspera. En resumen, ¡te falta paciencia! Te cuesta tolerar los defectos de los demás o una cadena de acontecimientos que no sale como te gustaría.
De hecho, tienes que esforzarte mucho para aguantar a la gente y las diferentes situaciones en las que te encuentras.
Esta impaciencia se debe a la acumulación de estrés en tu vida. Piensas que si te enfrentas a una situación concreta lo antes posible, podrás hacer frente a tus mayores problemas.
Pero no será así. Se trata sólo de un problema superficial. Tu malestar y agotamiento emocional son mucho más profundos.
9. Temes que alguien o algo desencadene una reacción emocional.
Por supuesto, esto se debe a que no tienes mucho control emocional.
El problema no es que no puedas controlar lo que desencadena esas emociones negativas.
De hecho, si crees que puedes controlar lo que hacen, dicen o piensan los demás, te alejarás cada vez más de ti mismo.
Así que la solución para gestionar tu agotamiento emocional es mirar hacia atrás.
Qué provoca esta sensación de sobrecarga emocional?
10. Estás listo para un cambio
A pesar de que te sientes agotado y decaído, en realidad estás listo para cambiar. Y sabes perfectamente que esta transformación es lo que deseas profundamente.
En el fondo, eres consciente de que tu estilo de vida actual no funciona. De hecho, sabes que esta situación se prolonga desde hace tiempo.
Y sabes que no puedes seguir así. La buena noticia es que no tienes por qué hacerlo.
Pero para cambiar, primero tienes que admitir que no sólo tienes un problema. De hecho, tienes una acumulación de factores de estrés que tienes que aprender a gestionar.
Es una combinación de factores lo que te ha llevado a donde estás hoy.
No puedes seguir viviendo en la negación. De hecho, tienes que aprender a honrarte a ti mismo y admitir por lo que estás pasando.
¡Tu nueva vida te espera al otro lado!