Encontrar a tu alma gemela es probablemente el encuentro más hermoso de tu vida. Es como un despertar, un auténtico renacimiento.
Pero, ¿puedes realmente pasar toda tu vida con tu alma gemela? Creo que la respuesta es no. Sería demasiado intenso, demasiado doloroso.
Si las almas gemelas llegan a nuestras vidas, es para revelarnos algo. Para ponernos cara a cara con otra faceta de nosotros mismos.
Una vez cumplida esta misión, se van. El propósito de un alma gemela es sacudirnos, ponernos cara a cara con la realidad, con nuestros bloqueos y nuestras dependencias, rompernos el corazón para que vuelva a entrar la luz, empujarnos a la desesperación para que encontremos el valor de transformar nuestra vida…
Nuestros corazones se aceleran.
Me enamoré de ti como la gente se queda dormida: despacio, luego violentamente. No sabría decir exactamente cuándo ocurrió…
En algún momento entre el momento en que te miré a los ojos por primera vez y el momento en que me sequé las lágrimas, dándome cuenta de que lo que habíamos construido durante años acababa de derrumbarse. Me entregué por completo a ti y nunca me he arrepentido.
Abrí mi corazón, dejé que lo conocieras y luego te lo entregué sin concesiones. No sólo estábamos «juntos»…
Vivíamos juntos, en todos los sentidos de la palabra. Éramos dos niños que descubrían por primera vez el mundo que les rodeaba. Estar contigo me ayudó a reaprender la belleza de la vida y me cambió para siempre.
Pero nuestras mentes no siguieron…
Éramos complejos y torturados. Nuestras mentes estaban sedientas de aprender, sedientas de pensar, sedientas de analizar y diseccionarlo todo.
Y llegamos a un punto en el que complicábamos cada experiencia de la vida. Todo se volvió difícil.
Discutimos mucho. Pasamos por momentos difíciles y mi enfado contigo sólo se alimentaba de la pasión y la intensidad que ardían en mi interior.
Me importabas mucho. Te quería tanto. Me encantaba todo de ti. Especialmente me encantaba ser la única a la que mostrabas tantas partes secretas de ti misma. Me lo diste todo, lo sé.
Enjugué tus lágrimas cuando me contaste tus problemas familiares. Nunca me ha gustado nada más que cogerte de la mano en los momentos difíciles y susurrarte palabras de consuelo al oído.
Sabía que no estabas destruida y que volverías a levantarte. Me encantaban las formas de tus pensamientos tanto como tus divagaciones. La más mínima de tus imperfecciones era perfecta a mis ojos.
Si te contradecía, era por amor.
Te contradecía y te cuestionaba mucho. No fui fácil, no dije que sí a todo. Ese no es mi estilo. Pero eso es porque mi único deseo era que te superaras, sacar lo mejor de ti.
Tenía grandes sueños para ti, te veía logrando grandes cosas. Nunca pude soportar que recibieras menos de lo que realmente merecías.
Nunca permití que te rindieras o que dieras sólo lo mínimo. Tanto en la vida en general como en nuestra relación. Fui exigente porque sabía que eras mucho mejor que eso.
Me rompiste el corazón.
Pero al poco de comenzar nuestra historia de amor, las cosas cambiaron. Las chispas se apagaron, dejándonos en un estado de confusión.
Sin embargo, queríamos de todo corazón encontrar una solución… Pero no pudimos encontrarla, no la había.
Simplemente no creo que estuvieras preparada. Tu pasado, tus demonios, tus miedos, que al principio te impedían acercarte a mí, acabaron por alejarme. Me querías más que a nadie, pero no estabas preparado. Y créeme, nada ha sido más difícil de aceptar.
Me di cuenta de que tenía que dejarte ir. Porque tú eres la única que puede hacer lo correcto. No puedo obligarte a estar lista, nadie puede.
Pero quiero darte las gracias.
Il y a beaucoup de choses pour lesquelles je ne t’ai jamais remercié. Je pensais que je ne pourrais jamais vivre sans toi. Mais mon cœur a recommencé à battre et la lumière a pu entrer à nouveau.
J’étais désespérée et je n’avais pas d’autre choix que de transformer ma vie. Ce que j’ai fait, malgré toutes les difficultés.
Je pensais que tu étais l’homme qu’il me fallait, mais ma vie en a décidé autrement. Cela ne veut pas du tout dire que j’ai cessé de t’aimer, au contraire. Quand on donne son cœur à quelqu’un, il le garde pour toujours.
J’étais en colère et accablée de chagrin. Toutes ces émotions me consumaient peu à peu. C’est alors que j’ai compris que notre amour n’était pas celui qui fusionne deux êtres en un seul, mais celui qui offre une nouvelle vie. J’ai appris beaucoup de leçons et je ne regrette rien, pas une seule seconde.